viernes, 12 de abril de 2019

Representantes de representados


Cada yo es un representante de un representado.

Recientemente he descubierto un yo en mí que es el representante en mi mente de un punto de vista de desaprobación de mi padre sobre cierto evento.

Cada vez que ese evento tiene lugar, este yo en mí que representa el punto de vista de desaprobación de mi padre sobre ese evento, ese evento es juzgado desde el punto de vista de desaprobación de mi padre.

Luego, el punto de vista de desaprobación de mi padre, induce un sentimiento de rechazo hacia ese evento en mi centro emocional y ese sentimiento de rechazo, induce una reacción en mi centro motor.

De modo que con relación a ese evento en particular, lo que desapruebo intelectualmente de ese evento, el rechazo emocional que experimento hacia ese evento, y mi reacción motora hacia ese evento, todo es de mi padre.

He descubierto también que ese punto de vista está equivocado porque siempre produce consecuencias desagradables en mi vida cada vez que juzga el significado de ese evento en particular. Esas consecuencias desagradables son obra del representante de mi padre y, en definitiva, real y objetivamente, de mi padre en mí.

Claro que mi padre no es culpable; el me dio ese punto de vista con la mejor intención. Si ese punto de vista es equivocado, él no tiene la culpa; también él lo recibió de otro, tal vez de su padre que seguramente también se lo dio con la mejor intención y así sucesivamente.

De todos modos, lo verdaderamente importante es que yo mismo, el que soy, nunca puedo juzgar ese evento desde mí mismo. No tengo un punto de vista sobre ese evento que sea el resultado de mi propia experiencia y comprensión.

Sólo tengo el punto de vista de mi padre sobre ese evento, y mi padre lo juzga, lo siente y lo expresa en palabras y actos en el mundo externo por mí.

Pero no sólo mi padre tiene representantes en mí. Tengo muchos representantes, muchos yo, muchas personas con muchos puntos de vista diferentes viviendo en mi mente; madre, abuelos, tíos, hermanos, amigos, profesores, escritores, poetas, filósofos.

La lista es interminable.

Cada yo en mí, es un representante de los puntos de vista de aprobación o desaprobación de otras personas.   

Cada yo en mí, es el representante de cada persona que me enseñó directa o indirectamente, a aprobar o desaprobar lo que ella aprobaba o desaprobaba.

Así, apruebo lo que ellas aprueban y desapruebo lo que ellas desaprueban. Pero desde mí mismo, yo no apruebo nada ni desapruebo nada.

Estoy cansado de juzgar siempre las cosas desde lo implantado en mí.

Voy a ver si puedo pensar de una manera diferente.

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