viernes, 19 de abril de 2019

La Parábola del Canto del Gallo


“Y dijo Pedro: “Señor, presto estoy para ir contigo a la cárcel y si es preciso, a la muerte”. Y Jesús le dijo: “Pedro, Pedro; en verdad te digo: antes que cante el gallo, tú negarás tres veces que me conoces" (Evangelio de Lucas 32: 31-34.)


Efectivamente, cuando Jesús es conducido ante el Sanedrín para ser juzgado por acusación de herejía, Pedro, al ser señalado como uno de sus seguidores, lo niega con gran vehemencia y huye.


En el lenguaje de las parábolas negar tres veces equivale a renegar o abjurar, es decir, a consumar una negación total. Este pasaje del Evangelio de Lucas muestra algo muy preciso de la psicología de Pedro, pero, como en todos los Evangelios, está descrito en parábolas.


Las parábolas constituyen un lenguaje especial basado en representar sucesos internos por medio de sucesos externos. Es un lenguaje figurado o alegórico que usa objetos y hechos físicos como simbolismos de estados interiores, espirituales o psicológicos.


Simón, llamado después Pedro, es citado en los Evangelios con más asiduidad que a los otros discípulos de Jesús. Si se presta suficiente atención puede constatarse que Pedro es de cierta manera, que reacciona siempre de cierto modo.

 En el momento en que los discípulos se reúnen por primera vez con Jesús, éste les pone apodos que simbolizan algo de sus psicologías; a Juan y a su hermano les llama “Hijos del Trueno” por su tendencia a tomar todo emocionalmente, y a Simón, llama Pedro. Pedro en griego es kefa, esto es, una piedra o una roca.

En el lenguaje de las parábolas piedra simboliza al conocimiento sin comprensión emocional. Es un saber qué, como la piedra, es duro, rígido e inflexible. Simón es pues llamado roca o piedra por Jesús porque ve que Pedro toma la verdad de lo que él enseña intelectualmente, es decir, pensándola, pero no sintiéndola.

Sin embargo, Jesús sabe que Pedro es un hombre que en algún momento puede llegar a captar no sólo la verdad de la enseñanza, sino también su bien, pero sabe que antes tiene que vivir algunas experiencias que lo lleven eventualmente a una comprensión más profunda de aquello que le transmitió.


El más fuerte choque emocional que sufrió Pedro es, sin duda, la crucifixión de Jesús. Desde luego lo fue para todos los discípulos, pero en particular para Pedro, fue terrible.

Después de la crucifixión de Cristo, avergonzado y con miedo, estuvo escondido y viéndose con los otros discípulos sólo ocasionalmente pues estos también se ocultaban por temor a ser apresados. Pero después de dos años de permanecer oculto, según es contado en Los Hechos de los Apóstoles, ocurrió en Pedro algo extraordinario.

Tal como Cristo se lo había dicho, escuchó el canto del gallo.


Como es sabido el gallo anuncia la salida del sol; es el heraldo del amanecer.

En el lenguaje de las parábolas el Gallo representa el despertar del Centro Emocional a la comprensión de una verdad contenida en el Centro Intelectual representado como el Sol.

En esta alegoría se nos dice que cuando Pedro se vio a sí mismo a la luz de lo que Cristo le había enseñado, sintió por primera vez que su conocimiento de lo que su maestro le había transmitido, era sólo palabras en su mente sin un sentimiento equivalente en su Centro emocional de lo que sabía con su Centro intelectual.


El canto del gallo simboliza el momento en que la enseñanza de Cristo es percibida por Pedro en toda su significación emocional.

Se dice entonces que Pedro “lloró con gran amargura” tal como nos lo refiere Lucas en su Evangelio.

En los citados Hechos de los Apóstoles se cuenta qué, después de escuchar el canto del gallo, ya nada pudo detener a Pedro en su transmisión a otros hombres de aquello que le fue transmitido por Cristo.


Por último, es preciso señalar que lo que Cristo enseñó a Pedro no tiene relación alguna con aquello que hoy se conoce como cristianismo.     



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