Este sistema nos dice que tenemos que pensar de una
manera nueva, pero no nos dice qué debemos pensar y qué no debemos pensar.
Este Trabajo es un método, no es un dogma. Se limita a
decirnos que averigüemos sobre la
base de los hechos si pensamos de una manera correcta, esto es, si
nuestra manera de pensar nos ha conducido a buenos resultados en la vida.
Es preciso aclarar que no me refiero aquí al éxito
obtenido en la vida, sino a las relaciones con nuestros semejantes.
Los hechos se encuentran en nuestro pasado. Allí es donde
se encuentran los resultados de nuestra actual manera de pensar.
Debemos estudiar nuestro pasado y hallar esos hechos,
estudiar no lo que nos hicieron y cómo nos lo hicieron, sino qué
hicimos nosotros y cómo lo hicimos.
Como muchos de ustedes ya saben, cuando se le pide
a una persona que estudie su pasado, lo que generalmente se obtiene es una
larga exposición de sufrimientos que los otros le hicieron experimentar, pero
no suele existir la menor mención acerca del sufrimiento que ella misma causó a
otras personas.
No obstante, suele haber casos en que las gentes
reconocen que en el pasado actuaron mal con algunas personas, pero alegando
como justificación que si actuaron así se debió a que el comportamiento de esas
personas fue la causa de su reacción negativa.
En otras palabras, todos hemos sido siempre buenas
personas y si alguna vez hemos hecho el mal es porque fuimos obligados a ello.
Con un punto de vista semejante no es de extrañar que la
memoria que tenemos de nuestro pasado sea una sucesión de recuerdos de haber
sido víctimas inocentes de la maldad y la incomprensión de los otros.
Entonces lamemos nuestras heridas y lloramos por la
desgracia de haber nacido en un mundo de gente malvada.
Ahora bien. Una seria observación de sí puede mostrarnos otro aspecto de nuestro
pasado y de nosotros mismos actuando en ese pasado de un modo enteramente
diferente al que se conserva en nuestra memoria mecánica.
La práctica del Trabajo nos conduce a obtener fotografías
psicológicas de lo que uno verdaderamente ha sido por años y años.
Ciertamente ver esto produce un choque emocional.
Comenzar a verlo nos hace comprender que este Trabajo no es algo que pueda
tomarse a la ligera.
Sin embargo, la comprensión de eso que se ve acerca de uno
mismo a través del estudio del propio pasado no es algo peligroso, a condición
de recordar que no nos pertenece, ni nos ha pertenecido jamás.
Como es sabido por los que están en esta enseñanza, todo
lo que hacemos en el presente y todo lo que hemos hecho en el pasado, es el
resultado de ciertos puntos de vista implantados en nuestras mentes por medio
de cierta clase de educación sin conciencia alguna de nuestra parte acerca de
lo conveniente o no conveniente de utilizarlos como una guía de comportamiento en
nuestras relaciones con las demás personas.
Es importante tener esto siempre presente, porque si se
incurre en el error de considerar que todo lo que se observa en uno mismo le es propio, es decir,
considerándolo como "Yo hice esto", puede llegar a encontrarse
realmente en una muy difícil situación.
Por el contrario, si recuerda que no le pertenece, que es
algo adquirido, no diré que resultará fácil, pero sin duda alguna que podrá
sobrellevarlo.
Ahora bien. El Cuarto Camino nos dice que debemos ser sinceros
con nosotros mismos o lo que es igual, tener el valor de separar las
ilusiones de los hechos.
Es muy duro perder
ilusiones, en particular, acerca de uno mismo.
Sin embargo, la pérdida de ciertas ilusiones sobre nosotros mismos puede permitirnos
comprobar que podemos ser mucho más de lo que esas ilusiones nos hacen ver.
Según la experiencia, si hay trabajos difíciles en este
mundo, este es posiblemente el más difícil de todos, pero al mismo tiempo es
también el más piadoso, porque jamás ha permitido que un hombre tenga que
soportar más de lo que es capaz de soportar.
Por último, no es preciso renunciar a todas las ilusiones. Es
preciso renunciar sólo a aquellas que los hechos de la observación de sí nos
demuestren que no es bueno para nosotros seguir aferrándonos a ellas.
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