Todas las
emociones negativas, sean violentas o depresivas, se basan en puntos de vista
que las justifican intelectualmente.
Si un punto de vista en nuestra mente justifica las emociones negativas, nuestra parte emocional también justificará
experimentarlas y las expresará a través de nuestro centro motor con palabras y
gestos.
Sin justificación las emociones negativas no
pueden existir.
En forma
indirecta se las señala como justas, como muestra de valor y sinceridad, de
honor, etc. Y sin embargo, las emociones negativas no aumentan nuestra
felicidad, no nos proporcionan una buena salud.
Con emociones negativas
pensamos mal, comemos mal, dormimos mal, respiramos mal.
Con
emociones negativas no podemos construir nada, solo podemos destruir y, muy a
menudo, aquello que menos deseábamos destruir.
El más
poderoso punto de vista para la justificación de las emociones negativas es el
punto de vista que juzga que las personas son conscientes y que hacen el mal conscientemente.
Si yo acepto
en mi mente el punto de vista de que una persona es conscientemente
desconsiderada conmigo, justificaré sufrir por su desconsideración y también,
hacerle sufrir por su desconsideración.
Toda
justificación para sufrir y hacer sufrir se basa en este punto de vista.
Muy frecuentemente, se confunde hacer algo malo deliberadamente con hacer algo malo
conscientemente. Este es un ejemplo de un punto de vista equivocado.
Se puede hacer algo muy deliberadamente
siendo totalmente inconsciente del mal que se está por provocar.
Estando consciente
ningún hombre puede hacer el mal, sencillamente, porque no sentiría placer en
hacerlo.
Esto no
significa que justifiquemos el mal y que no hagamos nada por combatirlo o mitigarlo
tanto como podamos, pero siendo conscientes de cuál es su causa.
La causa de todo el mal del mundo es la inconsciencia.
No hay otra
causa.
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