Según el Cuarto Camino, el ser de un hombre es su
estado interior o psicológico.
Si su mente juzga desde actitudes intelectuales o puntos de vista
adquiridos por educación imitativa y autoritaria, su ser es mecánico.
Si su mente juzga desde puntos de vista adquiridos desde su propia
experiencia y comprensión, su ser ya no es mecánico; es consciente.
La conciencia es una facultad de la mente.
Esta facultad suele ser definida como la capacidad de darse
cuenta.
Sin embargo, la mente no puede desarrollar por sí sola esta capacidad.
Para que la mente desarrolle esta capacidad que le es propia, debe
adquirir nuevas ideas provenientes de una diferente visión general de la vida,
y compararlas con las ideas provenientes de la visión general de la vida
adquirida a través de la educación.
Es solamente por la comparación que la mente puede
desarrollar esta capacidad de darse cuenta.
Pero, si la mente no tiene otros puntos de vista que los adquiridos por
la educación, no tendrá el poder de la comparación y no podrá darse cuenta de
la posible existencia de mejores puntos de vista.
Cuando la mente adquiere nuevos puntos de vista adquiere el poder de
comparar y puede llegar a darse cuenta de cuáles puntos de vista son los más
convenientes para juzgar la vida y cuáles no son convenientes para esa
finalidad.
En términos generales, la posibilidad de comparar exige tener diferentes cosas pues sin tener
diferentes cosas, nunca se podrá saber cuáles son mejores que otras.
Y así llegamos a una más correcta definición de conciencia, esto es, que
la conciencia no es simplemente “la capacidad de darse cuenta” sino, muy
especialmente, “la capacidad de darse cuenta de lo que es mejor”.
Pero si una persona no tiene otras ideas que aquellas que le fueron
implantadas en su mente por la educación, nunca podrá comparar y no podrá saber
si hay mejores ideas con las cuáles pensar y tomar decisiones en su vida.
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