jueves, 24 de junio de 2021

Lo Visible y lo Invisible

 

 

Hemos buscado la felicidad sólo en las cosas de la naturaleza visible.

Esta felicidad de las cosas perceptibles a los sentidos es incompleta puesto que nos deja afuera de las cosas que pertenecen a la naturaleza invisible la cual completa el círculo de nuestras vidas. 

 

Todo en el Universo tiene Padre y tiene Madre.

 

La naturaleza visible es Dios-Madre y la naturaleza invisible es Dios-Padre.

De manera que lo que consideramos como Universo no es solamente aquello que registramos a través de los sentidos corporales.

 

Los planetas, las estrellas y los cúmulos de galaxias accesibles a nuestros sentidos y este mundo en el cual vivimos y que llamamos Tierra, no son la única realidad.

 

Detrás de sus apariencias existe un universo de significados que puede apreciarse únicamente por medio de otras ideas, de otras maneras de concebir el universo.

 

Su esencia, su totalidad, se encuentra más allá del gobierno de los sentidos exteriores y sólo se la puede percibir a través de una nueva comprensión.

 

Las posibilidades de desarrollo de nuestras funciones del pensamiento y del sentimiento corresponden a la naturaleza invisible y son, si alguien puede entenderlo, Dios-Padre en nosotros.

 

Él existe en esa Cuarta Dimensión de ideas y sentimientos en la cual vivimos toda nuestra vida.

 

En esa cuarta dimensión, que es psicológica, nuestros pensamientos y sentimientos no tienen ninguna medida.

 

Un pensamiento no tiene tres metros de alto, cinco metros de largo y dos de ancho. No está encima ni debajo de otro pensamiento, ni tampoco a la izquierda o la derecha de un sentimiento.

 

Únicamente nuestro cuerpo existe en el mundo de tres dimensiones.

 

Pero si súbitamente se abre la puerta estrecha que comunica con el mundo de las cuatro dimensiones de Dios-Padre, una nueva luz ilumina nuestra mente y nuestro corazón y vemos, con la libertad que nos da la comprensión, un nuevo universo donde nada es amenazador ni impenetrable, sino ordenado y justo y en cuya armonía desaparece la rigidez y la aspereza de nuestro ser moldeado en una personalidad que considera como realidad sólo a lo que es perceptible desde las tres dimensiones de Dios-Madre o Naturaleza visible a los sentidos externos.

 

Entonces, una luz, más radiante que la luz del sol, ilumina nuestro ser interior y señala la dirección en la cual debemos buscar y eventualmente encontrar, el verdadero significado de nuestras vidas.

 

 

 

 

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