jueves, 22 de julio de 2021

 

Todas las emociones negativas, sean violentas o depresivas, se basan en puntos de vista que las justifican intelectualmente. 

Si un punto de vista en nuestro intelecto justifica las emociones negativas, nuestra parte emocional también justificará experimentarlas y las expresará a través de nuestro centro motor con palabras y gestos.

 Sin una justificación intelectual las emociones negativas no pueden existir.

 En forma indirecta se las señala como justas, como muestra de valor y sinceridad, de honor, etc. Y sin embargo, las emociones negativas no aumentan nuestra felicidad, no nos proporcionan una buena salud. Con emociones negativas pensamos mal, comemos mal, dormimos mal, respiramos mal.

 Con emociones negativas no podemos construir nada, solo podemos destruir y, muy a menudo, lo que menos deseábamos destruir.

 El más poderoso punto de vista para la justificación de las emociones negativas es el punto de vista que juzga que las personas son conscientes y que hacen el mal conscientemente.

 Si yo acepto en mi mente el punto de vista de que una persona es conscientemente desconsiderada conmigo, justificaré sufrir por su desconsideración y también, hacerle sufrir por su desconsideración.

 Toda justificación para sufrir y hacer sufrir se basa en este punto de vista.

 Muy frecuentemente se confunde hacer algo malo deliberadamente con hacer algo malo conscientemente. Este es un ejemplo de un punto de vista equivocado.

 Se puede hacer algo muy deliberadamente siendo totalmente inconsciente del mal que se está por provocar.

 Estando consciente ningún hombre puede hacer el mal, sencillamente, porque no sentirá placer en hacerlo.

 Esto no significa que justifiquemos el mal y que no hagamos nada por combatirlo o mitigarlo tanto como podamos, pero siendo conscientes de cuál es su causa.

 La causa de todo el mal del mundo es la ignorancia de la propia inconsciencia, esto es, no saber qué es mejor y qué es peor en todo lo que pensamos, sentimos y hacemos.

 No hay otra causa.

 

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