jueves, 5 de agosto de 2021

El Cuarto Camino

 ¿Qué es el Cuarto Camino? Sólo existe una manera de definirlo sin rodeos. 

Es Cristianismo Esotérico

“Esotérico” significa interior, espiritual o psicológico y no tiene relación alguna con los sistemas que se conocen bajo la denominación general de Ocultismo.

Al mismo tiempo, es preciso señalar que este cristianismo, nada tiene que ver con lo que hoy se conoce bajo tal nombre. Cristo jamás enseñó religión. Enseñó Metanoia.

Este vocablo proviene del griego y es una combinación de dos términos: meta, cuya raíz tiene el significado literal de “más allá” y conlleva el sentido de transformación, modificación, remoción o cambio, y la partícula noia, que procede de la palabra nous cuyo significado textual en griego es Mente.

Por lo tanto, la palabra Metanoia tiene relación con una transformación, modificación, remoción o cambio de la mente, esto es, con una diferente manera de pensar, con puntos de vista enteramente nuevos hacia todo lo que acontece en la vida.

Esta palabra, existente en las primeras transcripciones griegas de los Evangelios, contiene la idea de una evolución psicológica, esto es, de un desarrollo cualitativo de los pensamientos de un hombre, en función de un correcto entendimiento y comprensión, tanto de sí mismo como de la vida en general, con vistas a la posible posesión de un pensar mejor y, por extensión, de un bien mejor que aquel que tiene al presente.

Y sin embargo, en todas las versiones vigentes del Nuevo Testa­mento, la palabra Metanoia es erróneamente traducida como arrepentimiento.

“Arrepentimiento” es una palabra que proviene del latín “poenitare” y cuya acepción es “sentir remordimientos”, es decir, experimentar pena, pesadumbre o contrición por haberse comportado equivocadamente con alguien.

Pero sucede que en la significación de la palabra Metanoia, no existe la menor correlación con la idea de “sentir remordimientos” por haber cometido faltas hacia otras personas. No incluye alusión alguna a estados interiores de mortificación o aflicción por mala conducta.

Por el contrario, se refiere a un cambio de la mente que debe ser anterior a un cambio de los sentimientos, pues es imposible un cambio en la manera de sentir y, por añadidura, de actuar, sin un cambio previo en la manera de pensar.

Cómo pienses, así sentirás” dice un antiguo proverbio, lo cual significa que nuestro sentimiento de la vida, depende de nuestro pensamiento de la vida.

En otras palabras; todos los malos sentimientos, todas las emociones negativas, provienen de pensamientos equivocados, de puntos de vista basados en una comprensión equivocada de las cosas.

Ahora bien. Pese a las reiteradas advertencias realizadas por numerosos eruditos en estudios bíblicos de que “arrepentimiento” no es la traducción fidedigna de la palabra Metanoia, no obstante, tal y cómo se señala en un párrafo anterior, todas las versiones vigentes del Nuevo Testamento siguen suplantando la palabra Metanoia por “arrepentimiento”, sugiriendo así que lo que Cristo enseñó es un cambio de moral y no un cambio en la manera de pensar. Entre otros tantos estudiosos del tema de la Metanoia, caben mencionarse al profesor James Barrellet, de la Facultad de Teología de Lausana, los profesores Sayce y Margoliouth, de la Universidad de Oxford, al Maestro Bíblico Walter Scott, el profesor C. R. Erdman, de la Universidad de Princeton y, muy especialmente, al Reverendo C.I. Scofield quien en su libro “Cristo, el único camino”, de la editorial Cruzada de Literatura Cristiana, en “Hechos de los Apóstoles”, página 167, párrafos 23 a 24, expresamente dice: “la predicación señala el hecho y demanda, que el verdadero arrepentimiento es un cambio de mente”, es decir, Metanoia. Ninguno de estos estudiosos, al menos que nosotros sepamos, tienen vinculación con el Cuarto Camino, y si se los menciona es simplemente con la intención de destacar que la idea de que Cristo enseñó Metanoia y no una enseñanza moral religiosa, no es una invención de este sistema.   

 

De este modo, tal y como hoy se lo conoce, el Cuarto Camino es una reformulación o adaptación al entorno cultural de nuestra época, del método de la Metanoia que Cristo dio a conocer en privado y sin parábolas, a su círculo de discípulos más allegados.

Esto significa entonces, que el Cuarto Camino no es un nuevo sistema de ideas recientemente inventado por una persona en particular, sino que es, de hecho, no sólo el actual depositario del método de la Metanoia, sino también el continuador de la obra de aquellos superhombres del espíritu que desde lo más profundo de las edades se han esforzado por transmitir al hombre que tiene un origen superior y que no está obligado a mirar sólo hacia el suelo como los animales.

¿Quiénes fueron estos hombres? Fueron aquellos hombres del esoterismo que existieron miles de años antes de Cristo y que prepararon el camino para su advenimiento.

Restan ahora por citar dos puntos de vista generalmente conectados con las ideas expresadas en los Evangelios y que proporcionan una visión enteramente equivocada sobre los preceptos de Cristo y sobre el mismo Cristo.

El primero de estos dos puntos de vista alude a que la enseñanza que él impartió, no tiene relación con la terrenal vida cotidiana del hombre, esto es, que el propósito de su doctrina es preparar al hombre para que alcance la vida eterna, la vida después de la muerte.

El segundo punto de vista es que la enseñanza de Cristo es excesivamente idealista como para que los hombres la puedan seguir, que Cristo fue un soñador de utopías y, aunque era bien intencionado, el crudo contexto de la vida muestra una total falta de coincidencia con las ideas expresadas en los Evangelios y, por consiguiente, que dichas ideas son inviables de realizarse en la vida de los hombres.

Pero la realidad es que Cristo nunca fue un soñador ni un idealista ni enseñó tampoco para una futura vida después de la muerte en un hipotético cielo fuera de la Tierra, sino que enseñó que hay un cielo en la Tierra al que se puede llegar en la vida y durante la vida puesto que está dentro del hombre en un aún no alcanzado nivel psicológico de sí mismo y al que Cristo llamó cielo.

Este cielo o esencia, es esa potencialidad no desarrollada que todo hombre posee desde su origen de alcanzar una posible evolución de su psicología, evolución que puede definirse como la posible adquisición de un Yo Real o Individualidad Real y, por extensión, una manera nueva de tomar la vida, como asimismo, una manera práctica y operativa para que los hombres puedan comprenderse a sí mismos y entre sí.

Pero la Metanoia que Cristo enseña, como él mismo lo expresa en varios pasajes de los Evangelios, no es para todos los hombres, sino para algunos hombres, esto es, para algunos varones y mujeres, puesto que la palabra hombre no designa sólo a la parte masculina de nuestra especie, sino también a la femenina. ¿Pero quiénes son estos hombres qué, según Cristo, pueden entender lo que él enseña?

Son aquellos que tienen ojos para ver y oídos para escuchar, esto es, ojos y oídos psicológicos, los cuáles, a diferencia de los ojos y oídos físicos que sólo ven y escuchan lo que proviene del mundo de los fenómenos exteriores, son ojos y oídos que buscan ver y escuchar un significado superior de la vida porque sienten, en algún nivel y en alguna medida, que la vida en su versión corriente, no los ha conducido a ninguna parte.

Al mismo tiempo, cabe preguntarse cuáles son los hombres que Cristo considera como no receptivos a las ideas que imparte. Son aquellos que en sus palabras son mencionados como reyes, príncipes, pontífices, en suma, hombres de gran poder terrenal, enteramente satisfechos de sí mismos, que consideran tener siempre razón, llenos de vanidad y soberbia y para los cuáles Cristo no dejó mensaje alguno.

 

Ahora pasaremos a exponer otros conceptos de la enseñanza del Cuarto Camino.

 

Una de las ideas del Cuarto Camino es la que trata sobre la evolución del hombre. Este sistema brinda conceptos acerca de la evolución del hombre que difieren enteramente de los criterios científicos tradicionalmente aceptados sobre una evolución del hombre a partir de formas animales inferiores. Tal clase de evolución es sólo una conjetura que no se ha verificado jamás en los hechos. Es preciso entender que a pesar de las numerosas investigaciones llevadas a cabo por la ciencia, especialmente, en los últimos doscientos años, no existe una evidencia irrebatible sobre una evolución fisiológica e intelectual del hombre iniciada sobre la base de eventuales mutaciones heredadas por vía de selección natural de cierta especie animal notoriamente disímil a él. El Cuarto Camino impugna tal concepción evolutiva del hombre y afirma que la única evolución posible al hombre es la evolución de su psicología, evolución acerca de la cual ya hemos dado una sucinta definición en un enunciado expresado más arriba. Para esta enseñanza, no existe ni puede existir una evolución del hombre que se efectúe sin la participación de esfuerzos conscientes y voluntarios de su parte y sin un exacto entendimiento de los principios que conducen a esa factible evolución.

Desde el punto de vista de este sistema, el hombre no es un ser plenamente desarrollado como lo supone la moderna psicología, sino un ser en vías de desarrollo y estudia al hombre no desde la perspectiva de lo que parece ser, sino desde la perspectiva de lo que puede llegar a ser. Al considerar al hombre como a un ser en vías de desarrollo estamos señalando al mismo tiempo que el hombre a través de este desarrollo, puede llegar a la adquisición de nuevas facultades o capacidades que le son esenciales o innatas, pero que se encuentran en él en un estado de latencia o potencialidad y que no pueden desarrollarse espontáneamente, es decir, que no pueden manifestarse en acto sin la intermediación de una capacitación a través de una metodología de estudio y trabajo práctico. Por consiguiente, el camino que puede conducir a una posible evolución psicológica del hombre, implica no sólo el conocimiento de esos nuevos poderes o capacidades que puede obtener, sino también de los métodos y técnicas que le hagan posible obtenerlos.

Asimismo, este proceso involucra por parte del hombre, un correcto conocimiento de todos los obstáculos que se oponen a esa posible evolución. Entre algunos de estos obstáculos, encontramos uno de la mayor importancia: el hombre no se conoce a sí mismo. Este aserto, atribuido generalmente a Sócrates, debe ser correctamente entendido. No significa que el hombre no se conozca a sí mismo de ninguna manera, sino que no se conoce a sí mismo en relación a ciertos procesos que en su vida interior o psicológica, actúan de manera imperceptible para él mismo. Al referirnos a procesos, queremos significar pensamientos, ideas o puntos de vista adquiridos por imitación, sugestión y educación autoritaria en tempranas etapas de nuestra vida y que determinan nuestra manera automática de juzgar los actos y palabras de las demás personas y, en particular, los actos y palabras de aquellas con las que convivimos habitualmente. Ahora bien. Entre las cosas que hemos imitado y que se nos han transmitido por la educación, existen muchas que son de gran valor, y si nos despojásemos de ellas no tendríamos otra opción que regresar por ellas. Pero cabe la posibilidad de que entre todos los puntos de vista adquiridos por la imitación, la sugestión y la educación y que son correctos, haya otros que estén enteramente equivocados y qué, debido a su manera errónea de juzgar la vida, puedan ser la causa de una gran cantidad de sufrimientos absolutamente innecesarios qué, inconscientemente, las personas se hacen padecer las unas a las otras por no conocer el origen de su mutua incomprensión. Conocerse a sí mismo es pues, conocer la calidad del contenido de todo lo que está en nuestra mente y estudiarlo con el propósito de comprobar cuanto hay de real y cuanto de imaginario en todo aquello que en la vida nos fue enseñado como verdad indiscutible. 

 

En el hombre existen cuatro funciones básicas: pensamiento, emoción, movimiento y sensación. Cada uno de estas funciones se efectúa desde lo que en el Cuarto Camino se denomina centros. De este modo, tenemos un Centro Intelectual, un Centro Emocional, un Centro Motor y un Centro Instintivo. La función del centro intelectual, consiste principalmente en comparar datos, investigar, estructurar teorías y argumentar. La función del centro emocional, se manifiesta por sentimientos de simpatía, afecto, cariño, amor o en su defecto, por sentimientos desagradables como odio, resentimiento, etc. La función del centro motor, radica en la imitación de movimientos, la destreza deportiva, las disciplinas físicas en general y también la inventiva, las innovaciones y las soluciones ingeniosas e inteligentes en trabajos que requieren gran habilidad manual. Respecto de la función del centro instintivo, es preciso explicarla más detalladamente pues por lo general existe una gran confusión relacionada con lo que llamamos instinto o instintivo. La función del Centro Instintivo está vinculada con el control de la actividad interna del organismo; el sistema digestivo, cardiovascular, respiratorio, endocrino, etc. También corresponden a esta función, los cinco sentidos a través de los cuáles nos relacionamos con el mundo fenoménico, la detección de temperatura, etc., y el uso de la sensación como sistema de comunicación de cambios agradables o desagradables tanto externos como internos. Asimismo, los movimientos reflejos (por ejemplo, cuando nos arrojan un objeto e instantáneamente tendemos a tomarlo o evitarlo) tienen su origen en la función instintiva y aunque estos movimientos reflejos son efectuados por el Centro Motor, el que los ordena es el Centro Instintivo. Por esto, y aunque sus funciones específicas sean completamente independientes, debido a su interacción se los suele denominar a veces como Centro Motor-Instintivo. Es una gran ventaja para nosotros que el Centro Instintivo se encargue de dirigir y controlar el trabajo general del organismo porque si nosotros tuviésemos que prestarle constante atención para dirigirlo y controlarlo, no podríamos hacer nada más. 

Otra de las ideas del Cuarto Camino se refiere a la división del hombre en  categorías, a saber, hombres nº 1, nº 2, nº 3, nº 4, nº 5, nº 6 y nº7. En este apunte nos ocuparemos sólo de las primeras tres categorías, porque es en una u otra de estas tres categorías donde nos ubicamos la generalidad de las personas y brevemente, sobre el hombre nº 4, Acerca de las otras tres categorías restantes, éstas son prácticamente desconocidas y corresponden a diferentes etapas del posible desarrollo del hombre, obtenido sobre la base de un prolongado y exhaustivo trabajo interior. Por lo tanto, definir sus características carece de sentido práctico para el propósito de este apunte, el cual es ofrecer un resumen de algunos de los conceptos de este sistema. Veamos ahora algunas de las características de los hombres de las categorías 1, 2 y 3 que se refieren a diferentes niveles de desarrollo en los centros de un hombre. De acuerdo con esta división, todo lo que un hombre conoce, piensa, siente y hace, está relacionado con alguna de estas tres categorías. El hombre nº 1, tiene mayor desarrollo del Centro Motor, el hombre nº 2, del Centro Emocional y el hombre nº 3, del Centro Intelectual, lo que significa que cada uno trabaja más con un centro, mientras que los otros centros o no los usa o los usa muy poco. En este sentido, son hombres de un desarrollo parcial puesto qué, de tres funciones, siempre existen dos que están subdesarrolladas.

 

El hombre nº 1 se basa en gustos y tendencias relacionados con actividades motoras. Es el hombre del movimiento en sus diversas manifestaciones. Esto no significa que el hombre nº 1 no piense; por el contrario, puede pensar y pensar muy bien, pero su pensar estará siempre relacionado con actividades conectadas con profesiones, oficios, artes y ciencias que involucren, de un modo u otro, una participación preponderante del centro motor.

El hombre nº 2 se basa en gustos e inclinaciones fundados en los sentimientos. Es el hombre emocional. Por lo general, tanto su conocimiento como sus actividades, están relacionados con lo que le agrada. Nuevamente, esto no significa que el hombre nº 2 no piense, sino que su actividad intelectual está dirigida prácticamente a pensar sólo sobre lo que le agrada. Un verdadero hombre nº 2 experimentará siempre un fortísimo rechazo a pensar sobre lo que no le agrada. Participa en profesiones, oficios, artes y ciencias con predominante intervención del centro emocional.

El hombre nº 3, se basa en gustos e inclinaciones por lo abstracto, lo teórico, lo conjetural y especulativo. Es el hombre del pensamiento, el hombre intelectual. En algunos casos, su pensar puede estar constituido por una férrea lógica basada exclusivamente sobre hechos verificables por vía sensorial, por ideas, métodos y conclusiones de un empirismo extremo. Esto no quiere decir que el hombre nº 3 no tenga sentimientos, pero estos sentimientos se conectan particularmente con el deseo de obtener saber intelectual, de investigación intelectual. Por lo tanto, participa en profesiones, artes, oficios y ciencias caracterizados por una destacada actividad del intelecto.

De manera que la psicología del Hombre Número 1, se conecta particularmente con el Centro Motor; la del Hombre Número 2 con el Centro Emocional, y la del Hombre Número 3 con el Centro Inte­lectual. 

Según este sistema, entre otras cosas, lo que impide a los hombres comprenderse entre sí son sus centros subdesarrollados. Por ejemplo, si un hombre nº 3, desarrollase su centro emocional y su centro motor al mismo nivel que su centro intelectual, podría entenderse perfectamente con cualquier hombre en el cual predominase sólo uno de estos centros. Por supuesto, sería lo mismo para hombres emocionales o motores que desarrollasen sus otros centros. Pero en este caso, ninguno de estos hombres serían ya hombres nº 1, 2 o 3, sino hombres nº 4, hombres en los cuáles, todos sus centros tienen un desarrollo equilibrado. Cómo se forma un hombre nº 4 es otra cosa. Sólo puede decirse que un hombre nº 4 no nace como número 4, sino que es el producto de un importante trabajo de aplicación sobre sí mismo de una metodología de escuela. Un hombre nº 4 hace las mismas cosas que los demás hombres hacen, sólo que con una visión más flexible en su relación con la vida y con una mayor variedad de posibilidades de acción y, como dijo el apóstol Pablo: “Es todo para todos los hombres”. En cuanto a cómo lograr el desarrollo de los centros subdesarrollados en la vida corriente no hay una sola actividad que no sirva para este propósito.

Unida a esta cuestión del desarrollo de los centros, se encuentra la idea de los caminos. En este sistema, llamamos caminos a aquellos sistemas qué, fuera del Cuarto Camino, llevan también a un posible desarrollo de los centros del hombre. Esta posibilidad de un desarrollo de los centros del hombre, ha sido formulada de diferentes modos y desde distintos puntos de vista. No obstante, todos estos caminos coinciden en un mismo concepto, esto es, que el hombre puede desarrollarse, que le es posible obtener algo inédito que por su propia naturaleza puede poseer, pero que no posee por su falta de conocimiento de cómo desarrollarlo. Estos tres caminos se especializan, cada uno, en el exclusivo desarrollo de un solo centro. De acuerdo con el lenguaje de este sistema, estos tres caminos son: el camino del faquir, el camino del monje y el camino del yogui. Por lo general, las personas suelen creer que estos caminos son relativamente fáciles de encontrar. La realidad es que son dificilísimos de hallar, puesto que se encuentran totalmente apartados de la vida habitual de los hombres. 

 

El primer camino es el Camino del Faquir. Es el camino de la ejercitación del cuerpo para superar durísimas pruebas físicas; imponerse al frío y el calor extremos, es decir, a insolaciones y congelamientos, a la privación extrema de alimentos y agua, a soportar torturas físicas inconcebibles para un hombre corriente. El verdadero camino del faquir consta de adiestramientos físicos extraordinariamente crueles e inhumanos; en otras palabras, un faquir se expone a experiencias que pueden enfermarlo gravemente o a morir. Una de las pruebas más arduas para el centro motor, centro sobre el que trabajan los faquires es la inmovilidad absoluta. Se conoce el caso de un faquir que se mantuvo sentado frente a un árbol durante quince años. El único movimiento que se permitía era para ingerir alimentos y beber agua que sus discípulos tenían que darle igual que a un niñito y, al igual que a un niñito, había que lavarlo y cambiarle la ropa. Es inimaginable la terrible lucha interior que debió sostener para llegar a ese nivel de trabajo. Otro aspecto, también exclusivo de este camino, es que un faquir trabaja sobre la base de la imitación de lo que su maestro le muestra o sea, sin explicarle nada. Si sobrevive, logra la unidad, pero solamente con un solo centro, pues sus centros emocional e intelectual quedan sin desarrollar. En este punto, es preciso entender que en un faquir esta falta de desarrollo de sus otros centros es incomparablemente mayor que en un hombre corriente, puesto que al lograr un enorme desarrollo en su centro motor, los otros centros quedan, por así decirlo, a años-luz de distancia del desarrollo de su centro motor. Es un camino que muy pocos hombres recorren, un camino rudo, peligroso y cuya finalidad el faquir mismo desconoce enteramente.

El segundo camino es el llamado Camino del Monje. Es el camino de la emoción religiosa, de la fe en Dios y de los renunciamientos a los placeres del mundo. El camino del monje es también muy riguroso y prolongado. Un monje pasa muchos años luchando contra las emociones que le inducen a retornar al mundo de los hombres, a las tentaciones de los sentidos, a las tentaciones del diablo. No obstante, pese a su dureza este camino es muchísimo más seguro que el camino del faquir; es más estable y con una meta más objetiva. Aquí, el monje ya tiene un maestro que le ayuda y le guía para que pueda alcanzar su meta. Otra de las características del camino del monje es la necesidad de la obediencia, pues en todo tiene que hacer lo que le dice su maestro. De lo contrario, un hombre no se correspondería con los requerimientos de este camino. Al igual que en el Camino del Faquir, el aislamiento de la vida ordinaria es completo. De este modo, un monje somete todos los sentimientos que un hombre corriente considera como los mayores significados de su vida, a un solo sentimiento; la fe en Dios. Así, alcanza la unidad, pero, al igual que el faquir la alcanza sobre la base del desarrollo desmesurado de un solo centro, en este caso, el emocional, permaneciendo sus centros motor e intelectual muy rezagados respecto del primero.

El tercer camino es el Camino del Yogui; es el camino del desarrollo del intelecto o Raja-Yoga. El yogui trabaja bajo la estricta dirección de un maestro y no puede ni debe hacer nada sin el permiso de su maestro. Pero su obediencia no se basa en la fe como en el monje, sino en la comprobación intelectual de lo que va obteniendo.  Por largos años estudia y practica los métodos para el total dominio de la mente; la capacidad de interrumpir a voluntad los pensamientos para ahorrar la energía psíquica que se suele invertir en asociaciones innecesarias y otorgar un reposo completo a la actividad mental, a pensar sólo en lo que él decide pensar y en nada más; en la meditación sobre lo que conoce o cree conocer, a descubrir las conexiones equivocadas en todo lo que ha pensado o aprendido en el pasado; en la contemplación, que consiste en penetrar profundamente en un tema o en un sonido y captar su esencia sin la participación del pensamiento. Así alcanza la capacidad de subyugar todo pensamiento innecesario, pero al igual que en los otros dos caminos, sus demás centros quedan sin desarrollar.

Todos estos caminos son caminos válidos, esto es, caminos en los que un hombre puede esperar obtener algo permanente para sí. Su mayor inconveniente radica en el enorme desarrollo de un centro en detrimento de los otros. Los que transitan estos caminos, lo pueden todo con un centro, pero no pueden hacer nada o casi nada con los restantes. De esta manera, un faquir se convierte en un gran hombre nº 1, con un desmesurado desarrollo del centro motor. Un monje se convierte en un gran hombre nº 2, con un desmesurado desarrollo del centro emocional. Un yogui se convierte en un gran hombre nº 3, con un desmesurado desarrollo del centro intelectual. Otra gran dificultad para seguir cualquiera de estos caminos y que ha sido insuperable para muchos que se han iniciado en ellos es qué, desde el principio mismo, es decir, a partir del instante en que ingresa en uno de estos caminos un hombre debe renunciar absolutamente a toda su vida anterior, esto es, debe abandonarlo todo, morir para el mundo.

Tiene que abandonar familia, amigos, profesión, en suma, todos sus afectos e intereses. En el caso de que manifieste dudas u oponga reparos a lo que se le dice que debe hacer, le será imposible continuar en ellos. Contrariamente a lo que se supone, un verdadero faquir, un verdadero monje y un verdadero yogui son rarísimos de encontrar, no sólo porque viven aislados del mundo, sino también porque son poquísimos. Por ejemplo, en el caso de los monjes, todos lo que conocemos en Occidente e inclusive, en Oriente mismo, son monjes a medias. Sin temor a exagerar, puede afirmarse que son escasísimas las personas procedentes del mundo moderno que han tenido la ocasión de conocer a un auténtico monje. Ahora bien. De no existir nada más que estos tres caminos, para muchas personas que buscan posibilidades diferentes de desarrollo a las que ofrece la vida ordinaria, su situación sería prácticamente sin esperanzas puesto que nunca podrían hallar alguno de estos tres caminos en el ámbito de la vida común.

Pero existe un Cuarto Camino que es un camino enteramente distinto a los otros tres.  En primer lugar, el cuarto camino no requiere que un hombre se aísle del mundo, que deje todo por lo que se ha esforzado en obtener de la vida. Puede estudiar y practicar los métodos del Cuarto Camino y proseguir ocupándose de las actividades corrientes, sin suspender las relaciones que tiene con las otras personas, sin renunciar a nada porque este camino no demanda el retiro del mundo.

Esto es, precisamente, lo que lo hace particularmente práctico, pues los obstáculos interiores que un hombre debe superar para obtener algo permanente para sí mismo, se han formado en las condiciones de la vida ordinaria y si un hombre, por ejemplo, que vive en las grandes ciudades se retirase del mundo para alcanzar la paz, por las nuevas condiciones generadas por el aislamiento obtendría una falsa paz, porque si bien estos obstáculos dejarían de actuar sobre él en las nuevas condiciones, no obstante, permanecerían en ese hombre en estado latente, y cualquier cambio en las condiciones los harían actuar otra vez. Son bien conocidas las historias sobre hombres qué, apartados del mundo, disfrutaban de equilibrio en sus vidas, pero que al tener que volver al mundo, obligados por causas externas, en poco tiempo fueron trastornados por la vida ordinaria.

En el Cuarto Camino, en cambio, un hombre trabaja sobre sí mismo en medio de influencias qué, por así decirlo, lo privan constantemente de la paz y si un hombre logra obtener el control de sí mismo en estas adversas circunstancias, ya no lo podrá perder en ninguna otra circunstancia. Por otra parte, el Camino del Faquir, el Camino del monje y el Camino del Yogui, si bien no necesariamente bajo estas denominaciones, han sido ampliamente difundidos por la literatura bajo las formas de Ascetismo, Misticismo y Mentalismo, todo lo cual significa que estos tres caminos tradicionales son, en cierta medida, del conocimiento público.    

 

Pero en lo que respecta al Cuarto Camino, su existencia es muchísimo menos conocida que la de los otros tres caminos. Es un hecho que la gran mayoría de las personas jamás ha escuchado o leído sobre este camino, y esto significa que una parte considerable de las personas que buscan conocimiento, generalmente sobre una u otra variedad de los tres caminos tradicionales, suelen encontrar este Cuarto Camino, cómo quien dice, tropezándose con él. Otra de las peculiaridades del Cuarto Camino, aparte de la que no es necesario renunciar al mundo para ingresar a él, es que en este sistema se trabaja en el desarrollo simultáneo de los tres centros. Esta simultaneidad en el trabajo sobre el centro intelectual, el centro emocional y el centro motor es factible de realizarse porque en el Cuarto Camino existen métodos que faltan en el Camino del Faquir, del Monje y del Yogui y, asimismo, porque deja de lado todo lo innecesario que en los otros caminos se conserva simplemente por arcaísmo o tradición. Otro aspecto del Cuarto Camino es que no requiere de un hombre ni fe ni obediencia, sino que demanda comprensión, es decir, esfuerzos para entender por sí mismo y desde si mismo todo lo que se le enseña. En el Cuarto Camino, un hombre no debe creer en nada que no haya comprobado a través de su propio entendimiento y comprensión, porque cuanto más comprenda un hombre por su propia experiencia aquello sobre lo cual trabaja, mayor será el beneficio que obtendrá de sus esfuerzos. Este es un precepto esencial en el Cuarto Camino, puesto que si un hombre cree en lo que se le dice sin esforzarse por constatar su verdad, o hace algo solamente porque se le dice que debe hacerlo, no obtendrá nada de este camino. Por otra parte y contrariamente a lo que se supone, la Fe no es solamente el producto de una gran percepción emocional, sino también el resultado de un alto nivel de entendimiento intelectual, pues la Fe exige comprobación y sin comprobación no hay fe, sino creencia.

Quedan por supuesto, muchísimas cosas más para decir acerca de otros puntos de vista de este sistema, pero eso es algo que supera largamente las posibilidades de este escrito que no tiene otra pretensión que la de brindar una aproximación a algunas de sus ideas.  Por último, sólo cabe agregar que el Cuarto Camino, en cualquiera de las diversas formas que ha adoptado a lo largo de la historia, nunca se ha impartido en lugares ubicados en remotas e inaccesibles regiones del mundo. Muy por el contrario, está y ha estado siempre próximo a los hombres, compartiendo con ellos las alegrías, las esperanzas y las adversidades de la vida.

 

   

 

 

domingo, 1 de agosto de 2021

Pensamientos

 

Un hombre no es sólo lo que sabe. 

Es también y muy especialmente, sucomprensión emocional de lo que sabe. Sin esa comprensión, un hombre es sólo un acumulador de conocimiento intelectual sin significado alguno acerca de lo que conoce.

La enseñanza esotérica nunca será popular entre las gentes. Esta enseñanza le dice al hombre que no sabe lo que hace, que no tiene voluntad, que es un inconsciente y que no puede hacer nada. No hay nada más ofensivo para un hombre que le digan esto acerca de sí mismo. Por esto, muy pocos sentirán que hay algo de verdad en lo que ella dice y son precisamente estos pocos, los que podrán, eventualmente, obtener consciencia, voluntad y la capacidad de hacer.

Cuando un hombre se Observa a Sí mismo según la metodología de esta enseñanza, no está observando un verdadero sí mismo, sino el “Sí Mismo” implantado en su mente por la imitación inconsciente, la sugestión y la educación autoritaria. Observará ese falso sí mismo a quien toma como su verdadero sí. Esta es la razón por la cual esta enseñanza insiste tanto en que un hombre observe su falso sí mismo. Sí el hombre poseyera un sí mismo real ¿Para qué pedirle que lo o0bserve? Pero, claro está, serán pocos los que acepten esto, porque nadie quiere separar las ilusiones de los hechos y la Observación del Falso Sí Mismo es el camino de los hechos.

Nuestro sentimiento del mundo depende de nuestro pensamiento del mundo. Según pensamos al mundo, así lo sentimos. Deberíamos saber cómo lo pensamos, pues según esta enseñanza hay una posibilidad de que algunos de nuestros pensamientos del mundo estén completamente equivocados acerca del mundo. Un hombre tiene que saber cómo piensa, porque si no lo sabe, puede estar actuando en la vida de tal manera que su ignorancia acerca de esto acarree para su vida mucho sufrimiento innecesario.

En el lenguaje sintético de los Evangelios, la perdición es la manera mecánicamente adquirida de pensar, sentir y actuar que lleva siempre al sufrimiento inútil. La salvación es adquirir desde sí mismo y por sí mismo una mejor manera de pensar, sentir y actuar. Por eso ha dicho Cristo a sus discípulos más allegados:

  “Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la perdición y muchos son los que pasan por ella. Vosotros en cambio, buscad la Puerta Estrecha, porque estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la salvación y pocos son los que la hallan”.

Sobre la Voluntad

Para tener voluntad, una Voluntad Real, un hombre debe primero que nada tener una meta. Pero esta meta u objetivo a lograr debe tener para él una importancia tal, que todas las otras metas de la existencia queden subordinadas a la obtención de dicha meta.

Si relacionamos este concepto de voluntad con la Observación de Sí (acerca de la cual el Trabajo tanto insiste que se haga) tal vez podamos tener una vislumbre de lo que significa esta clase de voluntad.

Supongamos que una persona que está en este Trabajo, comienza a tomar nota escrita, día tras día, de sus estados interiores negativos y de los eventos que los provocan. Si hace su tarea con buen ánimo y con la determinación interior de enfrentar, cueste lo que cueste, el resultado de sus observaciones, no tardará en darse cuenta de su verdadera situación.

Constatará, por ejemplo, cuán fácilmente su felicidad puede ser destruida en un instante por una sola palabra, por un solo gesto de desaprobación, por una sola mirada despectiva o condenatoria.

Comprobará sobre la base de los hechos, que decide hacer una cosa y termina haciendo otra. Que decide ir a un lugar y termina yendo a otro o no yendo a ninguno. Verá que no es la persona libre y dueña de sí misma que creía ser, sino que es un títere tirado de aquí y de allá por los hilos de las circunstancias exteriores o por cosas existentes en él y de las cuales no tenía la más mínima idea de que pudiesen existir.

Verá emocionalmente que no tiene el menor control sobre su situación interna y que esta situación interna sobre la cual no tiene el menor control es, precisamente, la que ha determinado el curso total de los acontecimientos de su vida.

Si es capaz de aceptar esta nueva visión de sí mismo, esto es, de su indefensión, de su impotencia para torcer el rumbo de su existencia y dirigirlo hacia un bien mejor, si es capaz de aceptar que no es otra cosa más que un esclavo de todo cuanto le rodea, no tendrá ya la menor duda acerca de lo que tiene que hacer, esto es, ser libre de todo eso.

Sentirá entonces lo que en esta Enseñanza se denomina una nueva emoción, una emoción inexpresable en palabras, una certeza de que, para lograr ser libre de aquello que ha visto de sí mismo y que ya no quiere más para sí, no podrá utilizar esa voluntad que solo tiene como significado ser el primero, ser el mejor, el más admirado, el más exitoso o el más fuerte.

Ahora bien. Cuando un hombre experimenta esta nueva emoción cierta fusión de pequeñas voluntades antes dispersas comienzan a formarse en él. Esta fusión, esta condensación, es el comienzo de la Voluntad Real.

Esta naciente Buena Voluntad muestra al hombre una nueva meta, una meta que no está relacionada con ¨ser visto por los hombres¨ sino que está relacionada con una total certidumbre de que si no logra alcanzarla, no le queda nada, excepto morir.

Al mismo tiempo, una paz nunca antes experimentada hace su aparición en este hombre. Es la paz interior que se deriva de conocer por fin el propósito de la existencia, de saber adónde va y como ir. Por eso se ha dicho:

¨Paz en la Tierra a los hombres de Buena Voluntad¨

 

 

 

 

Intentos de Recuerdo de Sí

En los primeros intentos del recuerdo de sí, hay varios factores a tener en cuenta.

 

Primero, en cualquier cosa que se esté haciendo, es preciso tratar de darse cuenta que es uno el que la está haciendo.

 

Segundo, es también darse cuenta que no se está haciendo algo que se tendría que hacer.

 

Tercero, que se está haciendo algo que no se tendría que hacer. Si se intenta esto constantemente, dará excelentes resultados.

 

En los momentos de tranquilidad, se puede pensar en aquellas cosas que se han descubierto de uno mismo por medio de la observación y el estudio, cosas de las que uno quiere librarse.

 

Esta es una gran ayuda para recordarse.

 

 El darse cuenta, cada vez más claramente, que ni uno mismo ni los otros se recuerdan, es un procedimiento que llevará al recuerdo de sí mejor que de cualquier otro modo.

 

Es importante tratar de observar cómo pasa uno su tiempo cuando no está en sus actividades habituales. Si se va a visitar a parientes o amigos, al regresar a su casa, uno puede preguntarse si se recordó a sí mismo mientras estuvo de visita.

 

Por ejemplo, si en algún momento percibió que estaba allí. Esto es estudio práctico, es decir, en los hechos. Al intentar recordarse constantemente a sí mismo, en algún momento se alcanza un nivel de recuerdo más profundo: el recuerdo emocional de sí.

 

Entonces se advierte que la consciencia de sí no necesita del pensamiento, que uno se vuelve consciente sin pensamiento; sólo sentimiento.

 

No obstante esto, después uno puede pensar sobre cualquier cosa que le interese.

 

Los esfuerzos por recordarse nunca se pierden; por el contrario, se acumulan.

 

Esta acumulación hará que cuando uno esté enteramente identificado y perdido para el nuevo sí mismo, pueda apartarse y controlarse.

 

La consciencia de sí o recuerdo de sí, afecta a todos los centros porque los aparta de sus partes formativas adoptadas por la imitación inconsciente, la sugestión y la educación autoritaria y los ubica en sus divisiones intelectuales.

 

Nada se consigue rápidamente. Nadie puede ser abogado, médico o astrónomo rápidamente. Todo lo que se puede hacer es intentar, intentar y volver a intentar, teniendo siempre claro que nada se consigue con un solo y único intento.


lunes, 26 de julio de 2021

Los Bienaventurados

 

"Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos"

Se denomina “Pobre en el espíritu” a aquel hombre que es pobre en todo aquello en lo que es rico el hombre que no es en el espíritu, esto es, el hombre rico en vanidad, en falso orgullo, en hipocresía, en soberbia, en suma, el hombre de falsos puntos de vista sobre la vida y sobre sí mismo. De este hombre “Pobre en el espíritu”, se dice que de él es el “reino de los cielos”, esto es, su vinculación a un círculo esotérico de hombres que se comprenden entre sí.

 (Nota: en muchas traducciones del Nuevo Testamente se ha a cambiado el significado de las palabras Pobres en el espíritu por Pobres de espíritu, sugiriendo así que se trataría de gente de poca inteligencia y algo tontos).

 Bienaventurados sean los que sufren, porque ellos tendrán consolación." 

Se refiere a que si bien los esfuerzos por liberarse del sufrimiento inútil demandan cierto tiempo, estos esfuerzos no son para siempre. Si un hombre trabaja sobre sí, llegará en algún momento al nivel de “Pobre en el espíritu”. Obtendrá entonces la consolación o descanso de todos sus esfuerzos, en un nuevo estado interno llamado bienaventuranza o paz interior.

 "Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra"

  Si un hombre trabaja sobre sus emociones negativas, si logra despojarse de ellas, será llamado manso, esto es, sin rencor. Significa al hombre que ha renunciado a juzgar y condenar con dureza las reacciones mecánicas de los otros hombres. Su herencia será la tierra, esto es, la posesión de sí mismo.

 "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán hartos."

Son aquellos que tienen una gran necesidad interior de encontrar para sí mismos, un significado superior de la vida. Esta necesidad se simboliza como hambre y sed; hambre de conocimiento y sed de comprender y de una justicia que no sea la justificación de la falsa personalidad. Si siguen al Verbo, su hambre será calmada y su sed saciada 

 "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia."

Se refiere a aquellos hombres que proceden con otros hombres por medio de la comprensión de qué, si no son mejores, no es porque no quieran serlo, sino porque no saben que pueden ser mejores. Es de este modo como un hombre puede esperar alcanzar misericordia para sí mismo, porque al proceder de este modo, limpia la memoria de su pasado de odios y resentimientos inútiles.

 "Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos andarán con Dios."

Se llama puros de corazón a aquellos que ya no están bajo el poder de las emociones negativas. Se dice de ellos que andarán con Dios, esto es, andando por la vida con la guía interior de la Enseñanza Esotérica o Dios en la Tierra. 

 "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios."

Aquellos que han alcanzado la paz interior por la muerte de la falsa personalidad, serán no sólo pacíficos, sino también pacificadores, porque al no reaccionar más con violencia a los actos mecánicos de los otros hombres, por añadidura, disminuirá en éstos en alguna medida, la reacción violenta. Serán llamados Hijos de Dios, nacidos de nuevo o renacidos, no como hijos de padre y madre carnales, sino como hijos psicológicos del esoterismo o Dios en la Tierra.

 "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia (de la justicia del mundo), porque de ellos es el reino de los cielos”

Este pasaje es para discípulos que habían sido designados apóstoles, esto es, emisarios enviados para difundir por el mundo la enseñanza esotérica. Se refiere a un nivel de compromiso de estos enviados quienes conocían y comprendían y aceptaban los riesgos de dicha misión.

 

 

 

jueves, 22 de julio de 2021

Significados IV

 Huérfanos

(Discípulos que estaban dispersos y sin instructor)

 Viudas

(Escuelas cuyo instructor había fallecido y necesitaban “consuelo”, esto es, alguien que las visitase para continuar dándoles instrucción)

 Los Ancianos

(Los instructores más antiguos qué, no obstante, podían no ser de edad avanzada)

 Estar en Cristo

(Practicar el Trabajo)

 La tienda

(El cuerpo físico)

 Estar en el mercado

(Estar sólo en los asuntos de la vida ordinaria)

 Jesucristo

(Cristo como hombre físico)

 Cristo Jesús

(Cristo como hombre psicológico)

 Niños de Cristo

(Discípulos nuevos)

 La Carne de Cristo

(El conocimiento intelectual de la enseñanza)

 La Sangre de Cristo

(La comprensión emocional de la enseñanza)

 El Libro de la Vida

(La memoria emocional de la enseñanza)

 Profetizar

(Transmitir el conocimiento intelectual de la enseñanza)

 Hablar en lenguas

(Transmitir la enseñanza en parábolas)

 El Pueblo de Dios

(Los que siguen la enseñanza esotérica y que pueden ser de cualquier pueblo de la Tierra)

 Las tumbas

(Las mentes de aquellos que han perdido la posibilidad de la evolución psicológica)

 Los Santos de la Casa del César

(Los grupos que se reunían en Roma)

 El Fin del Mundo o el Fin de los Tiempos

(El fin de la cadena de civilizaciones o mundos, cuando toda posibilidad de desarrollo interior de los hombres se torna imposible)

 La Segunda Venida de Cristo

(La reaparición de la enseñanza en el recomienzo de la nueva cadena de civilizaciones)

 Bendecir

(“Decir bien” o “Bien decir”, esto es, transmitir la enseñanza de acuerdo con la fuente original de la cual procede)

 Maldecir

(Decir mal” o “Mal decir”, esto es, difamar a la enseñanza esotérica o adulterarla para confundir)

 Revelación

(Equivale a la palabra del Trabajo “choque”)

 La Buena Simiente

(La enseñanza esotérica)

 El Campo

(La humanidad, la sociedad humana)

 Sembrar escándalos

(Generar discordias, enemistad, desunión)

 Poner freno en las bocas de los caballos

(No expresar emociones negativas)

 El Buen Jefe de Familia

(El Buen Amo de Casa)

 Ojos para ver y oídos para escuchar

(El Centro Magnético)

 No hagáis a otros lo que no queréis que os hagan a vosotros

(La Consideración Externa)

 Vigilad, no durmáis, recordaos en vosotros

(El recuerdo de Sí)

 Ver la viga en el ojo propio

(Observarse a sí mismo)